El Siervo de Dios, Alfonso Lambe (conocido como Alfie) nació en Tullamore, Irlanda en la fiesta de San Juan Bautista, Viernes, 24 de Junio de 1932, durante el Congreso Eucarístico Internacional en Dublín.

Al igual que San Juan, él fue un precursor – el precursor de la Legión de María, al que el Papa Pablo VI describió como “el más grande movimiento que haya sido establecido para el bien de las almas desde la era de las órdenes religiosas“.

Después de pasar un periodo de su juventud en el noviciado del los Hermanos Cristianos Irlandeses, que tuvo que abandonar por causa de su delicada salud, él encontró su vocación en en la Legión de María y fue nombrado como Corresponsal en 1953.  En compañía de Seamus Grace viajó a Bogotá, Colombia en la festividad de Nuestra Señora de la Virgen del Carmen, el 16 de Julio de ese año.

Por casi seis años él trabajó incesantemente en la promoción de la Legión de María en Colombia, Argentina, Ecuador, Uruguay y Brasil.  Después de una corta pero grave enfermedad él murió en Buenos Aires en la festividad de Santa Inés, el 21 de Enero de 1959.
Dios le otorgó grandes dones naturales, una personalidad que atraía las almas al servicio y al amor de Dios, un entusiasmo contagioso, y facilidad para aprender idiomas lo que le ayudó a obtener fluidez rápidamente en Español y Portugués. Durante sus años en Sur América él estableció un gran número de consejos de la Legión de María, y capacitó a una multitud de personas en el apostolado de la Legión.  Su devoción a María fue extraordinaria y en sus contactos con legionarios y otras personas él explicaba y urgía a todos a la práctica de la Verdadera Devoción a María.

Sus restos mortales se encuentran en el panteón de los Hermanos Cristianos Irlandeses, en el Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires.


Oración por la Beatificación de Alfonso Lambe

Oh Dios que por tu infinita misericordia inflamaste el corazón de tu Siervo, Alfonso Lambe con un amor ardiente por ti y por María, Nuestra Madre; un amor que se reveló en una vida de intensa labor, oración y sacrificio por la salvación de las almas, concédenos, si es tu voluntad, que podamos obtener, por su intercesión, lo que no podemos obtener por nuestros propios méritos.

Te lo pedimos por los méritos
de Jesucristo, Nuestro Señor. Amén
(con aprobación eclesiástica)
 
Traducido del sitio oficial del Concilium Legionis por Mauricio Riveros.